Cuidar, agradecer, dejar ir: reflexiones desde Las gratitudes, de Delphine de Vigan
Reflexionamos sobre Las gratitudes, de Delphine de Vigan: vejez, gratitud, vínculos reales y cómo cuidar cuando las palabras ya no alcanzan.

Equipo Psi Mammoliti
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Una historia que invita a agradecer antes de que sea tarde
Envejecer no siempre es sinónimo de sabiduría ni de paz. A veces, la vejez viene con pérdidas difíciles de nombrar: la autonomía, la memoria, el lenguaje. Y sin embargo, incluso cuando las palabras se desvanecen, la gratitud y los vínculos pueden seguir latiendo con fuerza.
En Las gratitudes, la autora Delphine de Vigan nos entrega una historia conmovedora y honesta sobre una mujer que, enfrentada al ocaso de su vida, busca algo tan simple como urgente: decir “gracias” mientras todavía puede.
Un libro que nos invita a reflexionar sobre la vejez, la pérdida del lenguaje, el poder de los gestos y los vínculos que nos sostienen incluso en el silencio.
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¿De qué trata Las gratitudes?
Las gratitudes es una novela breve pero intensa. Su protagonista, Michka, es una mujer mayor que comienza a experimentar una pérdida progresiva del lenguaje debido a un trastorno neurológico. A medida que las palabras se le escapan, surge en ella una necesidad profunda: agradecer a quienes la ayudaron en su infancia durante la guerra.
La historia se desarrolla a través de las voces de Marie, una joven que acompaña a Michka como una figura casi familiar, y Jérôme, un fonoaudiólogo que la trata profesionalmente, pero que también se ve emocionalmente involucrado. A través de estos tres personajes, Delphine de Vigan construye un relato sensible, donde la dignidad, la memoria afectiva y el cuidado mutuo se vuelven centrales.
Esta no es solo una historia sobre la vejez. Es un retrato delicado de cómo el amor y la gratitud pueden estar presentes, incluso cuando las palabras ya no bastan.
El envejecimiento sin romanticismo
Uno de los grandes aciertos de Las gratitudes es que habla de la vejez sin romantizarla, pero también sin crueldad.
Perder el lenguaje, para Michka, es también perder control sobre su entorno. Sin embargo, su identidad no desaparece. Permanece en su mirada, en sus silencios, en su obstinación por agradecer.
Esto nos recuerda que el envejecimiento emocional es una experiencia compleja, que no siempre tiene palabras pero sí profundidad. Y que acompañar a una persona mayor implica más que asistir: implica ver, escuchar, sostener.
La gratitud como ejercicio vital
A lo largo del libro, la gratitud no aparece como un deber, sino como un deseo profundo. Michka quiere cerrar su historia con un acto de reconocimiento. Quiere decir gracias. No porque alguien se lo exija, sino porque siente que necesita hacerlo para estar en paz.
En este gesto simple, el libro nos hace una pregunta poderosa:
¿A quién necesitamos agradecer antes de que sea tarde?
La gratitud se convierte así en una herramienta emocional que ayuda a reparar, a reconectar, a resignificar la vida. No es casual que el título del libro esté en plural. Porque no se trata de un agradecimiento aislado, sino de muchas pequeñas gratitudes que nos constituyen.

Cuando el lenguaje se apaga, hablan los gestos
La pérdida progresiva del lenguaje es uno de los ejes emocionales más potentes del libro. A medida que Michka comienza a confundir palabras o a olvidar términos simples, la frustración y el miedo aparecen. Pero también lo hacen los gestos que cuidan, las miradas que contienen, las presencias que no se van.
Las gratitudes nos recuerda que los vínculos no dependen solo de lo verbal. Que hay formas de acompañar que no necesitan grandes discursos ni palabras de aliento. Y que muchas veces, un gesto puede decir más que mil palabras.
Cuidar sin palabras: un vínculo que transforma
Lo que Jérôme y Marie hacen por Michka va más allá del rol de profesional o amiga. La cuidan, sí, pero también se dejan cuidar por ella. Porque Michka, incluso en medio de su deterioro, sigue dando su presencia, historias, silencios cargados de sentido.
El cuidado, cuando es genuino, transforma a ambas partes.
Este libro nos recuerda que acompañar es un proceso activo y mutuo, donde no solo se ofrece algo al otro, sino que también se recibe: una nueva mirada, una emoción, una forma diferente de estar presente.
Antes de que se pierdan las palabras
Hay gratitudes que no caben en una carta, ni siquiera en una conversación. Son esas que viven en lo profundo, que cargamos durante años y que, a veces, se quedan esperando el momento justo para salir.
Este libro nos recuerda que decir gracias no siempre es fácil, pero casi siempre es necesario. Que el agradecimiento no cierra aquellas cosas que duelen, pero sí puede suavizarla. Y que hay vínculos que merecen escucharlo, aunque sea una sola vez.
¿A quién te gustaría agradecer, aunque no sepas cómo ni por dónde empezar?
En este artículo encontrarás
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