Qué pasa en tu sistema nervioso cuando tienes ansiedad
Descubre cómo reacciona tu sistema nervioso durante la ansiedad: qué ocurre en el cerebro, el cuerpo y qué significa esa activación.

Equipo Psi Mammoliti

Ansiedad y sistema nervioso: una respuesta adaptativa
La ansiedad es mucho más que sentir nervios o preocupación. Desde las neurociencias se entiende como una respuesta de alarma que activa tu sistema nervioso para ayudarte a sobrevivir.
Cuando tu cuerpo percibe una amenaza, el cerebro —en especial el sistema límbico y la amígdala— actúa como un detector de humo: interpreta la señal y enciende todas las alarmas. Esto provoca que se liberen hormonas como la adrenalina y el cortisol, preparando al cuerpo para la acción inmediata.
Lo importante es recordar que la ansiedad es una estrategia biológica que tiene un propósito adaptativo: movilizar recursos, aumentar la atención y prepararte para enfrentar lo que tu mente percibe como un desafío.
El rol del cerebro en la ansiedad
Nuestro cerebro cuenta con ciertas áreas que están implicadas. Una de ellas es la amígdala, una pequeña estructura ubicada en el lóbulo temporal de nuestro cerebro (a la altura de las orejas), funciona como una alarma interna. Se enciende cada vez que percibes un posible peligro, incluso si ese peligro no es real.
Además de activar el miedo, la amígdala se conecta con el hipocampo, otra estructura del cerebro que guarda recuerdos. Esto significa que si alguna vez viviste una experiencia dolorosa, tu cerebro la recuerda para que estés preparado/a en el futuro. A veces, esta misma función puede jugar en contra, haciendo que interpretes situaciones neutras como si fueran amenazas o te anticipes a acontecimientos que aún no sucedieron por encontrar similitudes entre el recuerdo y la situación actual.
El eje hipotálamo–hipófisis–adrenal (HHA)
Otro protagonista de la ansiedad es el eje hipotálamo–hipófisis–adrenal. Se trata de un circuito entre el cerebro y las glándulas suprarrenales que libera hormonas del estrés.
Cuando se activa:
- La adrenalina acelera tu corazón, eleva la presión arterial y te da energía inmediata.
- El cortisol aumenta el azúcar en sangre y apaga funciones que en ese momento no son urgentes, como la digestión o el descanso.
Este mecanismo explica por qué durante la ansiedad puedes sentir palpitaciones, falta de aire, tensión muscular o problemas digestivos. Cuando esta alarma se mantiene encendida demasiado tiempo, desgasta tu salud física y emocional.

Sistema nervioso simpático y parasimpático
Tu sistema nervioso autónomo tiene dos grandes ramas que funcionan como el acelerador y el freno de un automóvil:
- El sistema nervioso simpático es el acelerador: prepara al cuerpo para la acción, aumenta la frecuencia cardíaca, dilata las pupilas y detiene la digestión para ahorrar energía.
- El sistema nervioso parasimpático es el freno: ayuda a relajarte, retomar la digestión, bajar el ritmo cardíaco y recuperar el equilibrio después del estrés.
En la ansiedad, predomina el simpático. Es como si tu pie quedara demasiado tiempo sobre el acelerador, independientemente de si el peligro es real o no.
Teoría polivagal y ventana de tolerancia
El investigador Stephen Porges desarrolló la teoría polivagal, que explica cómo el nervio vago regula nuestras respuestas al estrés. Según esta teoría, no solo alternamos entre acelerador y freno: también existe un “modo colapso”, cuando el cuerpo se desconecta ante una amenaza percibida como demasiado grande.
En psicología se utiliza el concepto de ventana de tolerancia para explicar esto: es el rango en el que podemos manejar emociones intensas sin desbordarnos. Si tu ventana es estrecha, cualquier estímulo fuerte puede sacarte de eje. Lo valioso es que esa ventana se puede ampliar con prácticas de regulación y apoyo terapéutico.
¿Cómo se manifiesta físicamente la ansiedad?
Entre los más comunes están:
- Palpitaciones: el corazón late más rápido para llevar oxígeno a los músculos.
- Falta de aire: la respiración se acelera para aumentar la entrada de oxígeno.
- Sudoración: regula la temperatura, como si te prepararas para correr.
- Tensión muscular: los músculos se ponen firmes para reaccionar rápido, aunque luego aparezca dolor o rigidez.
Lo que a menudo interpretamos como “algo malo” en realidad son señales de que tu cuerpo está respondiendo como si hubiera un peligro inmediato.
Preguntarte “¿qué significa tener ansiedad y qué me quiere decir mi cuerpo con esta reacción?” abre un espacio de autoconocimiento. En vez de vivir la ansiedad como un enemigo, puedes interpretarla como una voz que intenta llamar tu atención hacia lo que importa.

Cómo regular el sistema nervioso en momentos de ansiedad
No se trata de apagarla, sino de aprender de la ansiedad y ayudar al cuerpo a volver a su equilibrio natural. Algunas estrategias simples y efectivas son:
- Respiración diafragmática: consiste en llevar el aire profundo hacia el abdomen, inflando suavemente la panza al inhalar. Este tipo de respiración activa el nervio vago y envía una señal de calma al sistema nervioso.
- Grounding o conexión con la tierra: caminar descalzo sobre césped, arena o tierra ayuda a descargar tensión y recuperar sensación de seguridad.
- Movimiento corporal suave: estirarte, dar un paseo tranquilo o practicar ejercicios suaves como yoga. El movimiento libera la tensión acumulada en los músculos y ayuda a que la energía de la ansiedad se exprese de manera saludable.
Estas prácticas estimulan el sistema parasimpático, que es el encargado de la calma, el descanso y la recuperación, contrarrestando así la activación del sistema simpático durante la ansiedad.
Reflexión final
La ansiedad no es tu enemiga. Es el sistema nervioso haciendo su trabajo: protegerte. El desafío está en reconocer cuándo esa alarma se queda encendida más de lo necesario.
En este artículo encontrarás
La próxima vez que sientas palpitaciones, respiración acelerada o tensión, en lugar de luchar contra esos síntomas, intenta preguntarte: “¿qué está intentando señalar mi cuerpo en este momento?”.
Esa pregunta es el primer paso para transformar la ansiedad en una aliada que te ayuda a escucharte mejor y a reconectar contigo mismo.