Nadie nos vio partir: violencia vicaria, salud mental y vínculos familiares
Basada en hechos reales, Nadie nos vio partir aborda la violencia vicaria y sus efectos en la maternidad, la crianza y la salud emocional.

Equipo Psi Mammoliti

Una historia real que interpela desde el dolor
Nadie nos vio partir es una serie mexicana de Netflix basada en el libro de Tamara Trottner, inspirado en su propia experiencia. Ambientada en los años 60, cuenta la historia de Valeria Goldberg, una mujer perteneciente a la alta sociedad judía-mexicana que sufre el secuestro de sus hijos por parte de su esposo como acto de venganza.
Este relato, dirigido por Lucía Puenzo, no solo muestra el drama familiar, sino que visibiliza una forma de violencia poco abordada: la violencia vicaria. En esta serie, el amor materno, la resiliencia y el dolor se entrelazan con una crítica profunda a los pactos de silencio y a las estructuras de poder que aún hoy siguen vigentes.

Violencia vicaria: cuando el daño se dirige a través de los hijos
El concepto de violencia vicaria fue definido por la psicóloga clínica y forense Sonia Vaccaro en 2012. Refiere a una forma de violencia machista en la que se utilizan a los hijos como instrumento para dañar a la madre. Aunque este término es reciente, el caso real en el que se basa la serie ocurrió entre 1969 y 1971, mucho antes de que existiera una forma de nombrarlo.
En este tipo de violencia, los hijos no solo son testigos, sino también víctimas directas de manipulación, privación afectiva y, en los casos más extremos, violencia física o emocional. La madre, por su parte, revive el maltrato a través de sus hijos y muchas veces queda desprotegida por sistemas legales que no logran comprender ni contener la dimensión emocional del daño.
En la serie, vemos cómo Valeria enfrenta no solo la pérdida física de sus hijos, sino también el cuestionamiento social, el abandono institucional y el aislamiento emocional.
Amor materno y resiliencia en contextos adversos
Una de las emociones que más atraviesa Nadie nos vio partir es el amor materno. Ese amor que, en la serie, no se detuvo ante el miedo ni ante el rechazo. Valeria es una madre que lucha, que busca, que cae y se vuelve a levantar.
Este tipo de amor, tan profundamente humano, se convierte en una fuente de resiliencia frente al trauma. La resiliencia no implica negar el dolor, sino encontrar recursos internos y externos para continuar, incluso en las circunstancias más difíciles.
Secuestro emocional y crianza: lo que la serie también nos invita a pensar
Más allá del conflicto legal, Nadie nos vio partir abre preguntas sobre el impacto psicológico en los hijos. La separación forzada, la manipulación emocional y la distorsión de los vínculos maternos pueden provocar lo que se conoce como secuestro emocional.
Este término, acuñado por Daniel Goleman, se refiere a momentos en los que el cerebro emocional toma el control sobre el racional, provocando reacciones intensas y desproporcionadas. En contextos de violencia vicaria, los niños son expuestos a discursos que tergiversan la realidad, afectando su desarrollo emocional y su vínculo con la madre.
Las consecuencias de esto pueden incluir:
- Confusión emocional y lealtades divididas.
- Alteración del apego seguro con la figura materna.
- Dificultades en la regulación emocional y en la confianza hacia los adultos.
- Reproducción de modelos violentos aprendidos en el hogar.
Comprender estos mecanismos es esencial para promover una crianza basada en el cuidado, la empatía y la protección emocional de los menores.

¿Qué nos invita a reflexionar esta historia?
Nadie nos vio partir es una historia que interpela profundamente sobre cómo nos vinculamos cuando hay hijos de por medio, especialmente en contextos de separación, conflicto o violencia.
Cuando una pareja se separa, el bienestar de los hijos debe estar por encima de los egos y heridas personales. Es responsabilidad de los adultos proteger su estabilidad emocional y evitar que se conviertan en campo de batalla de conflictos que no les pertenecen.
Nombrar la violencia vicaria, cuestionar los pactos de silencio y comprender la dimensión emocional de estas situaciones es el primer paso hacia una cultura del cuidado consciente y responsable.
¿Qué lugar ocupan nuestras heridas no resueltas cuando hay niños en el medio? ¿Qué elegimos reproducir y qué decidimos sanar?
En este artículo encontrarás
Si quieres profundizar sobre el contacto cero y la coparentalidad, escucha este episodio de Psicología al Desnudo, que reflexiona sobre los límites saludables, la necesidad de cuidar a los hijos incluso en medio del conflicto, y cómo evitar caer en patrones de manipulación emocional que puedan afectar su desarrollo.