Puttering: el arte de hacer sin prisa y con calma

¿Qué es el puttering?

Puede que la palabra suene extraña o poco conocida, pero puttering es un término de origen inglés que describe una práctica simple y cotidiana: consiste en realizar tareas ligeras sin prisa, sin presión y sin perseguir un objetivo concreto. Es una forma de actividad tranquila, casi divagante, que invita a disfrutar del proceso más que del resultado.

El término comenzó a usarse en inglés hacia finales del siglo XVII, derivado de potter, que significa “hacer cosas sin apuro ni propósito definido”. Tradicionalmente, se asocia con acciones relajantes que no exigen demasiado esfuerzo, pero que permiten conectar con uno mismo y con el momento presente.

Vivimos a mil: ¿por qué cuesta tanto frenar?

Nuestra cultura premia el rendimiento y la productividad; alienta la eficiencia y la rapidez como formas de validación personal y éxito.

En ese entorno, detenerse parece sospechoso. No hacer nada útil puede generar culpa, como si estuviéramos perdiendo el tiempo.

Pero la sobreexigencia tiene consecuencias. Agotamiento, desconexión emocional, ansiedad, insomnio. Tal vez no te das cuenta, pero incluso en tu tiempo libre, tu mente sigue corriendo.

El puttering es una forma de frenar sin detenerte por completo, fomentando así el bienestar, reduciendo el estrés y preparando la mente para el día, combinando organización y calma de forma natural como parte de la rutina.

Lo que el puttering no es

Es importante diferenciar el puttering de otras experiencias como la procrastinación o el evitar responsabilidades.

• No es posponer lo importante.
• No es distraerte compulsivamente.
• No es un intento de “tapar” emociones incómodas.

Es una práctica consciente. Una forma de estar en tu espacio, de moverte sin una agenda productiva todo el tiempo, pero sí con una intención de cuidado.

¿Por qué el puttering puede ayudarte a descansar?

Cuando te liberas de la necesidad de ser eficiente, el cuerpo lo nota. El sistema nervioso baja su nivel de activación y se activa la respuesta de calma.

Algunos beneficios posibles del puttering:

• Disminución del cortisol, la hormona del estrés.
• Activación del sistema parasimpático, que favorece la relajación.
• Mayor conexión con el momento presente.
• Sensación de orden y claridad mental.
  
  

Aunque no existen estudios académicos específicos sobre el puttering, investigaciones sobre tareas simples como lavar los platos, ordenar o limpiar han demostrado que realizarlas con atención plena puede reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional.

Un estudio de la Universidad Estatal de Florida publicado en Mindfulness Journal, por ejemplo, encontró que practicar el “lavado consciente” de platos redujo la ansiedad en los participantes. La clave estaba en la actitud: presencia, no apuro.

Disfrutar el camino, no solo llegar a la meta

Lo que propone el puttering es hacer tareas simples en casa de forma placentera, sin exigencias ni presión por terminar.

No importa si organizas una estantería, cocinas algo sencillo, cambias un cuadro de lugar o cuidas las plantas. Lo que transforma estas acciones es la actitud con la que las haces. El foco no está en lograr algo, sino en disfrutar del proceso, incluso si no lo completas.

Cuando tu mente no está ocupada persiguiendo una meta, se vuelve más fácil relajarse. El cerebro encuentra espacio para calmarse, bajar el nivel de estrés y reconectar con el descanso real, ese que muchas veces se vuelve inaccesible en medio del ruido y la prisa.

¿Cómo practicar puttering?

No necesitas aprender una técnica complicada ni reservar una hora del día. Puedes empezar ahora mismo.

La clave está en hacer lo que ya haces, pero desde otro lugar: con más calma, menos urgencia y mayor conexión.

También puede interesarte esta nota que habla sobre Mindfulness como una práctica que consiste en llevar a cabo actividades cotidianas con plena atención en el momento presente, lo que también se conoce como “informal” Mindfulness en la vida cotidiana: más allá de la meditación 

Ejemplos de puttering que puedes probar hoy

• Reorganiza tu escritorio o un rincón de tu hogar.
• Barre una habitación sin música, solo escuchando el sonido de lo que haces.
• Limpia una taza con agua tibia y observa cómo se siente.
• Acomoda un cajón sin la obligación de terminarlo.
• Regresa a esa actividad pendiente que dejaste por la mitad, pero sin proponerte ningún objetivo.

No hay metas que alcanzar. Solo momentos que habitar.

Y si siento culpa por “no hacer nada útil”?

Si esto sucede, bienvenido/a al club: es una reacción común. Nos educaron para medir nuestro valor por lo que hacemos, por lo que logramos, por los resultados.

Pero el descanso también es valioso y nos conecta con quienes somos y con lo que nos hace bien. El cuerpo y la mente no pueden sostener un estado de activación constante sin consecuencias.

El puttering no es tiempo perdido. Es una forma de recargar, de reconectar, de recordarte que no necesitas estar al máximo todo el tiempo.

Reflexión final: hacer sin presión también es hacer

El puttering nos recuerda que también podemos cuidarnos mientras hacemos. Que no todo tiene que tener un objetivo claro, ni un resultado que mostrar.

No siempre necesitas detenerte por completo para descansar. A veces, es suficiente con bajar el ritmo. Con permitirte estar en movimiento sin urgencia. Con honrar tu presencia en lo cotidiano.