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21/7/2025

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Cirugías estéticas, cuerpo y autoestima: una mirada desde la salud mental

La película La Sustancia puede parecer una exageración, pero nos dice mucho sobre cómo se construye la autoimagen, el deseo de gustar y la presión estética. ¿Qué hay detrás del auge de las cirugías y cómo afecta a nuestra salud mental?

Escrito por

Equipo Psi Mammoliti

¿Por qué hablar de cirugías estéticas también es hablar de salud mental?

Las cirugías estéticas se han vuelto cada vez más accesibles y cotidianas. Las vemos en redes, en realities, en recomendaciones entre amig@s. No sólo se normalizaron: muchas veces se romantizan como la vía directa hacia la “mejor versión de uno mismo” y, por ende, una mayor autoestima.

Surge la necesidad de preguntarnos cómo se construye la autoimagen y qué peso tiene la validación externa en ese proceso. La relación entre imagen corporal y salud mental es estrecha: lo que pensamos sobre nuestro cuerpo puede influir en cómo nos sentimos, cómo nos vinculamos y cuánto creemos valer.

Hablar de esto no es estar “en contra” de las cirugías. Es abrir un espacio para mirar lo que hay detrás: el mandato de belleza, la exigencia, la búsqueda de aprobación. Y también, para empezar a construir una relación más consciente y compasiva con nuestro cuerpo.

“La sustancia”: una metáfora cruda sobre el cuerpo como producto

Fuente: BBC

En la película La sustancia (The Substance), el cuerpo femenino es llevado al extremo: un líquido experimental promete devolver juventud, belleza y aceptación social. Pero el costo emocional y físico de esa transformación es devastador.

Aunque su tono es de thriller, la película funciona como una crítica a la cultura de la belleza. Lo que parece una promesa de plenitud termina mostrando el vacío que puede dejar el habitar un cuerpo que ya no se siente propio.

Desde una mirada psicológica, esta historia muestra lo que muchas personas viven a diario: la presión por cumplir con ciertos estándares, la disociación con la propia imagen, el malestar detrás del espejo. No se trata sólo de ficción. Se trata de cómo la presión estética impacta la autoimagen y la forma en que habitamos el mundo.

Más que criticar la transformación física, La Sustancia interpela el trasfondo emocional: el dolor de no reconocerse y el esfuerzo por alcanzar un ideal que nunca termina de llegar.

Entre el espejo y la mirada ajena: la autoimagen como construcción social

No nacemos odiando nuestro cuerpo. Tampoco con el deseo de transformarlo.

Lo que pensamos, sentimos y hacemos con nuestra imagen es el resultado de una construcción donde influyen la historia personal, el entorno, la cultura y —cada vez más— los mandatos estéticos.

Vivimos en una sociedad que no solo muestra cuerpos “ideales”, sino que los recompensa.

Y eso impacta. Porque cuando la mirada externa se vuelve espejo, muchas veces dejamos de vernos con nuestros propios ojos.

Desde la psicología, sabemos que la autoimagen se construye en relación con cómo nos sentimos respecto a nuestro cuerpo, pero también con cómo creemos que ese cuerpo es percibido.

Por eso, trabajar sobre la autoimagen implica algo más profundo que un cambio físico: es una forma de preguntarnos qué lugar ocupa nuestro cuerpo en nuestra identidad… y cuánto estamos dispuestas a hacer para encajar.

¿Y qué relación tiene con la Salud Mental?

La decisión de operarse no es en sí problemática. El tema es el contexto en el que esa decisión ocurre.

Cuando vivimos rodead@s de discursos que igualan belleza con valor personal, juventud con éxito y perfección con aprobación, la presión estética se convierte en una exigencia.

Cada vez más mujeres (y personas en general) sienten que no estar conformes con su cuerpo no es sólo incómodo, sino inaceptable. Y en ese clima, la intervención estética aparece como “solución” a un malestar que quizás es mucho más profundo.

Es importante no patologizar el deseo de modificar el cuerpo, pero sí cuestionar qué lugar ocupa ese deseo en nuestra autoestima.

¿Es una elección cuidada, consciente y respetuosa con el propio proceso? ¿O es un intento de reparar, desde lo externo, algo que internamente aún necesita atención?

El problema no es “hacerse algo”. El problema es que muchas veces ese “algo” se vuelve requisito para sentir que valemos.

¿Y si en lugar de cambiar el cuerpo, cambiamos la mirada?

No se trata de juzgar elecciones, sino de abrir preguntas. Si alguna vez sentiste que tu cuerpo no era suficiente, que necesitaba arreglos para ser validado, tal vez valga la pena empezar por otro lado.

  • Revisa cómo te hablas. ¿Tus pensamientos hacia ti te cuidan o refuerzan exigencias imposibles?
  • Elige con conciencia lo que consumes. Lo que ves y escuchas cada día influye más de lo que crees en cómo te sientes con tu cuerpo.
  • Dale lugar a lo que sientes antes de decidir. A veces, detrás del deseo de cambiar algo afuera, hay una herida interna que necesita ser mirada.

La autoimagen no se construye solo en el cuerpo. Se construye también en cómo nos miramos, cómo nos tratamos y qué historias nos contamos.

Reflexión final: no todo lo que incomoda necesita corregirse

Vivimos en una época que nos invita a erradicar lo que no encaja, retocar lo que molesta,  “arreglar” lo que incomoda, antes de escuchar qué nos está diciendo.

Pero no todo malestar se soluciona con un cambio externo.

En este artículo encontrarás

A veces, la verdadera transformación empieza cuando dejamos de perseguir un ideal... y empezamos a mirar el cuerpo como parte de quiénes somos. ¿Y si empezamos a preguntarnos cómo queremos habitar nuestro cuerpo, en lugar de intentar encajar?

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